LAIA MAS
Siempre he tratado de hacer un periodismo más bien literario. Para mí una buena crónica puede ser enteramente literatura o un artículo se puede convertir en ficción. Es decir, no encuentro la diferencia. Lo dijo ya un escritor catalán: cualquier periodista que, sentado en la redacción, mientras corrige un cable, duda un segundo entre elegir un adjetivo u otro, ese periodista ya es un escritor. A lo cual yo añadiría: cualquier escritor de volúmenes gordos a quien le dé igual un adjetivo que otro, ha dejado de ser escritor (Manuel Vicent)
En esta frase, Manuel Vicent presenta un tema que han tratado muchos críticos, escritores y periodistas. Es la diferencia o similitud entre los dos oficios que surgen de la escritura: la literatura y el periodismo. Han sido muchos aquellos que han tratado de marcar sus diferencias y separar estos dos oficios que, desde mi punto de vista y como voy a defender a continuación, tienen mucha relación. Ya lo dice el autor en esta afirmación: el periodista que se para a pensar y a decidir qué términos debe usar para explicar una información o cómo debe redactar una noticia para que resulte comprensible y agradable, o impactante y alarmante (según cuál sea la finalidad que se pretenda), ya es un escritor. Y, en definitiva, eso es ser un periodista; aquel que escribe sin pensar ni borrar ni una sola vez, ese no es ni periodista ni escritor, escriba en un periódico o en un libro de mil páginas.
En esta frase, Manuel Vicent presenta un tema que han tratado muchos críticos, escritores y periodistas. Es la diferencia o similitud entre los dos oficios que surgen de la escritura: la literatura y el periodismo. Han sido muchos aquellos que han tratado de marcar sus diferencias y separar estos dos oficios que, desde mi punto de vista y como voy a defender a continuación, tienen mucha relación. Ya lo dice el autor en esta afirmación: el periodista que se para a pensar y a decidir qué términos debe usar para explicar una información o cómo debe redactar una noticia para que resulte comprensible y agradable, o impactante y alarmante (según cuál sea la finalidad que se pretenda), ya es un escritor. Y, en definitiva, eso es ser un periodista; aquel que escribe sin pensar ni borrar ni una sola vez, ese no es ni periodista ni escritor, escriba en un periódico o en un libro de mil páginas.
Algunos literatos se han empeñado en marcar las diferencias entre estos dos ámbitos. Por ejemplo, León Trosky intentó desacreditar al periodismo tachándolo de “musa plebeya” o Salvador Novo afirmó que “no se puede alternar el santo ministerio de la maternidad que es la literatura con el ejercicio de la prostitución que es el periodismo”. Pero frente a éstos se encuentran otros escritores y críticos muy grandes y reconocidos que exaltan la estrecha relación entre periodismo y literatura sin ninguna duda. Por ejemplo, el poeta Octavio Paz, o el gran novelista Gabriel García Márquez. Ambos cuentan con el Premio Nobel de Literatura y aunque sus ideologías son distantes, coindiden en la similitud entre los dos ámbitos. Gabriel García Márquez dijo que lo ideal sería que la poesía fuera cada vez más informativa y el periodismo cada vez más poético. A esto que dijo García Márquez, se oponen totalmente algunos críticos que opinan que periodismo y literatura comportan relaciones controvertidas. Cuando una información periodística está redactada con creatividad la acusan de literaria, subjetiva, complicada y poco eficaz para la comunicación; igualmente, cuando una novela está escrita de manera sencilla, sin técnicas sofisticadas ni figuras literarias, y refleja un hecho con realismo, la acusan de periodística, de no poseer valor estético. Éstos no tienen en cuenta que son precisamente esas razones las que confirman el estrecho vínculo que existe entre periodismo y literatura: se diferencian tan vagamente que una noticia puede ser literaria así como una novela puede ser periodística, y esta relación no tiene por qué ser negativa.
Además, la historia nos demuestra que hay mucha influencia entre estos dos oficios. Para muchos literatos, el periodismo ha sido el taller en el que se han formado; para los periodistas, la literatura es un elemento clave para su formación. Y el mejor ejemplo es que hay muchos perdiodistas que son escritores, así como muchos escritores que son periodistas.Un buen ejemplo de lo difícil que es marcar la frontera entre periodismo y literatura es el Nuevo Periodismo norteamericano, que consistía en hacer una descripción objetiva y completa, algo que los lectores solían buscar en las novelas: contar la vida subjetiva o emocional de los personajes.
En mi opinión, periodista y escritor conforman una única personalidad. El periodista es un escritor que trabaja día a día, con relativa rapidez, y que plasma los acontecimientos del mundo. El novelista, en cambio, trabaja lentamente, a lo largo de mucho tiempo, analizándolo todo. Pero, en definitiva, la base del trabajo de ambos es la misma. Manuel Vicent refleja en esta afirmación la opinión de aquellos que no encuentran una gran diferencia entre periodismo y literatura. Aunque muchos han tratado de marcar las discordancias entre ambas, desde mi punto de vista son tan similares que es difícil separar una de la otra. Está claro que hay periodistas que no hacen para nada literatura, pero éstos no son realmente periodistas, sino simplemente personas que escriben. En el momento en el que alguien redacta una noticia pensando cada término es cuando se convierte en un periodista y, a su vez, en un literato.