dimarts, 27 de juliol del 2010

De periodistas y literatos

LAIA MAS

Siempre he tratado de hacer un periodismo más bien literario. Para mí una buena crónica puede ser enteramente literatura o un artículo se puede convertir en ficción. Es decir, no encuentro la diferencia. Lo dijo ya un escritor catalán: cualquier periodista que, sentado en la redacción, mientras corrige un cable, duda un segundo entre elegir un adjetivo u otro, ese periodista ya es un escritor. A lo cual yo añadiría: cualquier escritor de volúmenes gordos a quien le dé igual un adjetivo que otro, ha dejado de ser escritor (Manuel Vicent)

En esta frase, Manuel Vicent presenta un tema que han tratado muchos críticos, escritores y periodistas. Es la diferencia o similitud entre los dos oficios que surgen de la escritura: la literatura y el periodismo. Han sido muchos aquellos que han tratado de marcar sus diferencias y separar estos dos oficios que, desde mi punto de vista y como voy a defender a continuación, tienen mucha relación. Ya lo dice el autor en esta afirmación: el periodista que se para a pensar y a decidir qué términos debe usar para explicar una información o cómo debe redactar una noticia para que resulte comprensible y agradable, o impactante y alarmante (según cuál sea la finalidad que se pretenda), ya es un escritor. Y, en definitiva, eso es ser un periodista; aquel que escribe sin pensar ni borrar ni una sola vez, ese no es ni periodista ni escritor, escriba en un periódico o en un libro de mil páginas.

Algunos literatos se han empeñado en marcar las diferencias entre estos dos ámbitos. Por ejemplo, León Trosky intentó desacreditar al periodismo tachándolo de “musa plebeya” o Salvador Novo afirmó que “no se puede alternar el santo ministerio de la maternidad que es la literatura con el ejercicio de la prostitución que es el periodismo”. Pero frente a éstos se encuentran otros escritores y críticos muy grandes y reconocidos que exaltan la estrecha relación entre periodismo y literatura sin ninguna duda. Por ejemplo, el poeta Octavio Paz, o el gran novelista Gabriel García Márquez. Ambos cuentan con el Premio Nobel de Literatura y aunque sus ideologías son distantes, coindiden en la similitud entre los dos ámbitos. Gabriel García Márquez dijo que lo ideal sería que la poesía fuera cada vez más informativa y el periodismo cada vez más poético. A esto que dijo García Márquez, se oponen totalmente algunos críticos que opinan que periodismo y literatura comportan relaciones controvertidas. Cuando una información periodística está redactada con creatividad la acusan de literaria, subjetiva, complicada y poco eficaz para la comunicación; igualmente, cuando una novela está escrita de manera sencilla, sin técnicas sofisticadas ni figuras literarias, y refleja un hecho con realismo, la acusan de periodística, de no poseer valor estético. Éstos no tienen en cuenta que son precisamente esas razones las que confirman el estrecho vínculo que existe entre periodismo y literatura: se diferencian tan vagamente que una noticia puede ser literaria así como una novela puede ser periodística, y esta relación no tiene por qué ser negativa.

Además, la historia nos demuestra que hay mucha influencia entre estos dos oficios. Para muchos literatos, el periodismo ha sido el taller en el que se han formado; para los periodistas, la literatura es un elemento clave para su formación. Y el mejor ejemplo es que hay muchos perdiodistas que son escritores, así como muchos escritores que son periodistas.Un buen ejemplo de lo difícil que es marcar la frontera entre periodismo y literatura es el Nuevo Periodismo norteamericano, que consistía en hacer una descripción objetiva y completa, algo que los lectores solían buscar en las novelas: contar la vida subjetiva o emocional de los personajes.


En mi opinión, periodista y escritor conforman una única personalidad. El periodista es un escritor que trabaja día a día, con relativa rapidez, y que plasma los acontecimientos del mundo. El novelista, en cambio, trabaja lentamente, a lo largo de mucho tiempo, analizándolo todo. Pero, en definitiva, la base del trabajo de ambos es la misma. Manuel Vicent refleja en esta afirmación la opinión de aquellos que no encuentran una gran diferencia entre periodismo y literatura. Aunque muchos han tratado de marcar las discordancias entre ambas, desde mi punto de vista son tan similares que es difícil separar una de la otra. Está claro que hay periodistas que no hacen para nada literatura, pero éstos no son realmente periodistas, sino simplemente personas que escriben. En el momento en el que alguien redacta una noticia pensando cada término es cuando se convierte en un periodista y, a su vez, en un literato.

Los periodistas narradores

POR JUAN CRUZ (Blogs de EL PAÍS, 27-07-10)

Están hablando de periodismo (y de narrativa) en la UIMP de Santander dos de los grandes periodistas-narradores de América Latina, Juan Villoro y Leila Guerreiro, mexicano, argentina. Los señalo porque en América Latina se está haciendo ahora el periodismo literario más atrevido de nuestra lengua. Y en ellos simbolizo a muchos compañeros y colegas suyos que están levantando a peso la lengua narrativa como instrumento eficaz para contar las cosas que ocurren allí y por el mundo.

El curso está dirigido por Basilio Baltasar y organizado por la UIMP y la por la cátedra Jesús Polanco, que nació para seguir la vocación de la extraordinaria persona que le da nombre, para juntar el pensamiento o la creatividad latinoamericana con los mismos elementos de la vida española. Un puente, exactamente.

Esos dos periodistas-narradores identifican, junto a otros, sin duda, un estado especialmente saludable del periodismo en lengua española. Basan su escritura en los hechos, en su conocimiento, en el sentido del humor, en el manejo deacuado de su propia cultura, tienen como referencias a grandes maestros del género, no renuncian a ello, y no renuncian a ninguno de los instrumentos que el periodismo tradicional (que es también el llamado nuevo periodismo) ofrece a los que quieren romperlo para hacerlo mejor.

Decía en la sesión de ayer Joaquín Estefanía que el periodismo está siendo sometido a una tormenta perfecta, desde dentro y desde fuera, y Juan Luis Cebrián aseguró (como Manuel Vicent dice a veces) que el periodismo fue siempre narrativo, literario, literatura. En España tenemos muchos ejemplos de que esto es así, y los tenemos en la actualidad y en la historia.

Creo que el futuro del periodismo pasa por reivindicar esa condición narrativa, literaria, para contar hasta el fondo las cosas; decía Azorín que, para hacer buen periodismo, había que ir derechamente a las cosas. Hasta cierto punto. El periodismo literario (por ponerle ese adjetivo a lo que es periodismo a secas) basa su eficacia en la introducción de la duda, del circunloquio, de la referencia extraviada que regresa al texto para explicarlo mejor.

Eso es lo que hacen Villoro y Guerreiro, por citar estos dos nombres ya que se da la coincidencia de que están en Santander. Ellos son elementos de una geografía humana periodística que le da mucho sentido al futuro de este oficio que quizá no sea el mejor del mundo pero es el que nos gusta a los que creemos que es el mejor oficio del mundo después del noble oficio de vigilante de playas desiertas.